Cumplió 50 años el pasado mayo. ¿Cómo los celebró?
¡No me acuerdo! [risas…] La verdad que no tengo idea de dónde estaba o qué hice ese día en particular, pero sí sé que los cincuenta los estaba celebrando desde mucho antes de cumplirlos. No sé por qué, pero siempre supe que iba a ser una etapa muy especial en mi vida. Seguro que ese día andábamos en un aeropuerto o en un hotel por ahí, pero lo que cuenta es que esta es una edad que vengo celebrando y sigo celebrando todos los días.
Sobre esa edad, usted dice que es cuando de verdad empieza el “rock and roll”. ¿A qué se refiere exactamente?
Hombre, porque si a esa edad no tienes hijos, ya no los tendrás. Y si los tienes, ya estás en talla. Si has descubierto que tu pareja es un plasta, ya te has acostumbrado y has de tener tus trucos. Y si no los tienes, ya ni te importa. Estoy hablando de los cincuentas de mi generación, no de los de mis padres o abuelos, que fueron drásticamente distintos. Yo me harté de escuchar, cuando era más joven, que “los cuarenta son los nuevos treintas”, “los cincuentas son los nuevos cincuentas”, pero qué va, los cincuentas son los nuevos cincuentas. Somos cincuentones del futuro, somos gente muy viva. Tengo mucha suerte de haber cumplido esa edad dentro de mi generación, una generación que no envejece. Estos cincuenta siguen siendo una edad de juventud maravillosa.
Usted nació en Mallorca, pero es hija de inmigrantes africanos. ¿Cómo recuerda su niñez?
Como una etapa de muchas locuras, intensa, llena de energía, no había puntos medios. Muy histriónica. Yo me lo pasé muy bien. Me llevé mis sustos, pero aquí estamos, no fue tan terrible. Mis padres llegaron a España en los setenta y ahí nací yo. Mi papá murió hace años y mi mamá vive, es una mujer grandiosa, muy sabia, llena de fe. Ella me enseñó que cuando sientes a Dios en tu corazón, eres todo lo grande que Él puede ser y más. Es una mujer de mucha fuerza, que no se rinde ante nada.
¿Y cómo definiría usted el ser española?
Por la alegría. Yo nací en un país muy alegre y en una tierra muy santa, que es Mallorca. En España se toma muy en serio el sentido del humor, eso es algo que se contempla y que es necesario para los españoles. Así que vengas de donde vengas, automáticamente te vas a sentir en casa porque este es un país muy alegre, donde además se come muy bien. Y donde bien comes y bien duermes, bien vives.
¿Dónde vive ahora?
Yo es que soy errante. Tengo casa en todas partes porque en todos lados tengo amigos que me quieren mucho. Y donde te quieren mucho siempre tendrás una casa. Hace mucho decidí que la tierra era mi país y por tanto vivo en muchas partes.
¿Cómo fue su debut como cantante?
Eso fue en Mallorca. Yo estaba muy jovencita. Me lo gocé muchísimo. Cantar fue una decisión, no una premonición. De niña tomé la decisión de ser algo más que lo que supuestamente estaba predestinada a ser en función de lo que estudiara o no estudiara. Yo tomé esas riendas de manera consciente, elegí, y cuando digo esto poca gente me cree, pero cuando eliges ha de ser lo que tú quieras. Están los que dicen, “es que mi padre me hizo esto” o “mi marido es uno no sé qué”, pero si la decisión está tomada, tarde o temprano estarás donde te corresponde.
Y hablando de estudiar, ¿alguna vez se le pasó por la mente hacer un curso o una carrera?
Cuando uno se dedica a la música todo el tiempo está estudiando: en la universidad, en los conciertos, con los maestros que tengas al lado, con las cosas que te pasan por ahí, en fin, nunca vas a dejar de estudiar. Cada nuevo disco que haces lleva mucho tiempo estudiando cada sonido, cada palabra, procesas vivencias que te hayan ocurrido, lecturas, viajes. Cuando creas estás traduciendo un lenguaje propio, y eso requiere mucho estudio. No quiero desmitificar la academia, pero la veo más como un complemento. Perdóname, pero el estudio es algo mucho más personal que ir a una universidad. El estudio es vivir de cara a la humanidad. Una universidad es algo circunstancial o complementario, pero el estudio es algo que inicias cuando tomas la decisión de ofrecerle algo a la humanidad. De hecho, es en sí misma una decisión muy estudiada. En todo caso, yo estudié sonido porque me gustan las máquinas desde muy jovencita. Me intoxicó en esto un grandísimo hermano mío que se llama Jacob Sureda, que vio en mí algo que nadie vio y me sentó en las máquinas a hacer todo el trabajo. Al comienzo me preguntaba “por qué me hace esto”, pero hoy sé que se lo agradeceré toda la vida. Por él conocí un veneno que es delicioso. En la pandemia, esto fue vital para mí porque muchos artistas no podían trabajar encerrados en su casa. Por fortuna, yo me dediqué días y noches a hacer mis programaciones y trabajé a distancia. Esa independencia te da libertad.
¿Qué referentes o influencias la acompañaron en su decisión de ser artista?
Tienes que estar abierto y no dejar que el conocimiento te manipule, porque el conocimiento a veces también te hace bastante vulnerable en el ejercicio de ser receptora y a la vez traductora. En esto creo que es fundamental escuchar no solamente con los oídos, sino con tus ojos, con tus manos. Con todo. Ser tan receptivo como pueden serlo los animales. Y en vez de estar convencido de que lo sabes todo, es mejor reconocer que no sabes absolutamente nada y por tanto estar totalmente abierto a la información que te vaya llegando. Luego traduces eso a un idioma en el que muchas personas lo puedan entender, como es mi caso.
Pero deme al menos un nombre de alguno de esos referentes…
Son todos, ¡los mismos que has tenido tú! Desde tu mamá cantando en la cocina hasta todos los discos que has escuchado, los prohibidos, los que nos costaba mucho encontrar y te los tenía que pasar algún colega que venía de viaje. Yo he sido muy libre a la hora de escuchar música. Y he escuchado todo, no me perdí nada. He sido muy melómana. Desde el jazz más rabioso que me llevó a Ornette Coleman y al free jazz más bestia, pasando por sus distintas ramificaciones; hasta Iron Maiden, Kiss, Tina Turner, Ella Fitzgerald, Lola Flores, Los Panchos. Me lo comí todo. Yo vengo de épocas doradas.
¿A qué se refiere con “épocas doradas”?
Cuando la música se hacía con más libertad y no era esclava de las compañías. Nosotros venimos de épocas de libertad musical. Había solos de quince minutos en la radio, verdaderas sinfonías sonando. Aquello era maravilloso.
Al comienzo de su carrera pasó una larga temporada trabajando en hoteles de Las Vegas, donde por cierto cantaba mucho jazz. ¿Cómo fue eso?
Pues fue una época muy divertida, muy dura y a la vez sanadora. Aprendí que antiguamente los músicos funcionábamos por puro impulso. A nosotros no nos detenía nada. Si querías irte a cantar a la China, pues te ibas, ¿que no hablabas chino? No importaba porque seguro había músicos con los que ibas a poder tocar y entenderte. Siempre fuimos muy nómadas y seguimos teniendo esa libertad. Cuando tus padres no son del país en el que has nacido, entiendes desde muy pequeña que el movimiento es vida. Eso quedó de Las Vegas: fui Tina Turner en un casino, cantante de salsa en un salsódromo y diva de jazz en un hotel. Aquello fue una locura y me lo pasé muy bien.
¿Qué significa el éxito para usted?
El éxito radica en la no necesidad. Si buscas algo es porque de verdad lo quieres, no porque lo necesites. El empoderamiento viene de tu propio credo.
¿Y ser la madre de Joel?
Pues fíjate que él ha sido muchas cosas y ahora mismo recuerdo lo que me dijo cuando estábamos en plena pandemia y yo me volví un ocho con eso del encierro y tal. Él simplemente soltó esta frase un día cuando abrí la puerta: “Mami, stop the bullshit”. Así de claro. Y cuando un hijo te da una bofetada de ese calibre, sabes que los hijos también están ahí para salvarte de ti.
¿Cómo es su relación con él?
Hemos viajado mucho juntos para que aprenda lo que yo sé hacer para vivir. No sé si estuvo bien o mal, pero quise que anduviera al lado mío mientras fuera posible. Joel ya tiene 23 años, pero viajó conmigo desde que nació hasta que entró a la escuela. Igual cuando entró lo seguí llevando a las giras, no porque no tuviera donde dejarlo, sino porque simplemente no podía estar sin él. Claro, no faltó quien me dijera que era mala madre por eso. Lo mío son los escenarios y aquello puede ser bastante inocuo para un niño. Sin embargo, él ha absorbido mucha información y mucha formación de allí. Estando en esas me encontré con una de las hijas de Ravi Shankar, que me dijo “déjate de tonterías que nosotras faltábamos un montón a la escuela por andar viajando con nuestro padre y hoy se lo agradecemos porque eso nos hizo habitantes del mundo, hablamos varios idiomas, somos tremendos músicos”. Ahí se me quitó un poco esa culpa que yo sentía porque mi niño fuera un niño nómada como su madre. Al final él hizo colegio desde casa, se esforzó mucho y ha vivido conmigo en distintos países. Es un tiparro.
Uno de los momentos cumbre de su carrera fue su encuentro y amistad con la gran Chavela Vargas, a quien le dedicó su disco El último trago. ¿Cómo se conocieron?
Nuestro primer encuentro fue más bien un encontronazo porque a mí y a Martirio nos llamaron para que cantáramos con ella; imagínate el tremendo honor. Pero cuando llegué a saludarla me pidió que cantara y yo quedé fría, sabes, ¡era Chavela Vargas! Y claro, me pudieron los nervios, traía la cartera bajo el brazo, ella ni me dijo un hola y yo apenas pude soltar un hilillo de voz temblorosa. “Pare, pare. Usted no está preparada”, me dijo. Y salí de ahí diciendo ¡qué pinche vieja esta!, toda furiosa, porque también tengo tremendo carácter. Luego ella vino a verme cantar al teatro y pasó al camerino a saludarme. Ahí la cosa fue distinta. “Usted es mi hija la negrita”, me dijo. Y yo la llamaba mi mamá Chavela. La quise y la quiero muchísimo. Era una mujer muy sabia. Me enseñó que las mujeres no debemos temerle a la soledad porque ese es el lugar en el que puedes formarte sin la guía de otros, que es en últimas lo que te hace poderosa. Y la sociedad no quiere que lo seas.
Otro momento estelar fue su participación en el álbum Africa Speaks, de Carlos Santana, donde usted cantó todos los temas y también compuso. ¿Cómo fue esa experiencia?
Aquello fue muy bonito. Nos juntamos a trabajar unos meses en Malibú. Él es una persona iluminada. Es un tipo con ego, un grande, ¡y cómo no si es el fucking Carlos Santana! El álbum en sí fue un viaje maravilloso. Le estoy muy agradecida por escogerme para ese disco y por ser tan detallista y especial.
En algunos medios españoles se hizo eco de sus diferencias con empresarios que la señalaron de ser una persona difícil y de consumir drogas. Usted se defendió acusándolos de vetarla y cancelarle conciertos. Dijo que se iba del país. La información es confusa y quisiera preguntarle qué pasó realmente y en dónde vive hoy.
Nunca pensé que yo fuera una artista de las que se dijeran esas cosas [risas]. No sé por qué a los artistas necesitan rodearlos de una historia romántica-erótica-bohemia-poética-festiva. ¿Será que mi historia es tan aburrida que es mejor inventarse otra? La verdad es que todo esto me parece muy gracioso, que si me fui de España, que esto y lo otro. Yo no me he ido de ningún sitio, yo estoy en todas partes; hay que trascender e iluminarse. Hay que despertar y dejar atrás ese lenguaje de la bohemia, o acaso volverlo más cibernético porque si no se vuelve un poco triste. Soy una persona tan aburrida que desde que se levanta hasta que se acuesta está metida en un estudio o en reuniones de negocios. Difícilmente me verás en una fiesta, una discoteca o un bar. Es que soy muy aburrida. ¿Qué más da de dónde me fui y a dónde volví? Lo vuelvo a decir: estoy en todas partes. Yo soy todo lo que crean de mí y todo lo contrario, porque soy la posibilidad y la contradicción.
Cuando la entrevisté hace más de diez años, me dijo que era trifásica y trisexual. Entonces convivía en poliamor con dos personas. Y pregonaba el pleno disfrute de su sexualidad. ¿Cómo ve hoy ese disfrute de los derechos sexuales y reproductivos?
Siempre apoyaré aquello que sirva para que las personas tengamos derechos sobre nuestras vidas. Así somos cada día menos esclavos. Una persona nace para ser la mayor representación de sí misma, igual que cada árbol, perro, flor o manzana. Y para eso necesitas operar desde tu total y absoluto concepto de libertad personal, entiéndeme, que termina donde empieza la libertad del otro. Apoyo que las personas podamos funcionar guiadas por nuestro credo personal. ¿Quién soy yo para negarte lo que tú crees ser?
También me dijo que pase lo que pase siempre va a creer en el amor. ¿Hoy piensa lo mismo?
El amor se vive en soledad. Pero a mí me gustan mucho todos los conceptos de amor que existen porque son una expresión que corresponde a una emoción que tú no trastocas y que habita en ti y en la energía vital que nos impulsa a ser y hacer. Hablo del amor en limpio. De ese que hace que te sientas a gusto con una entidad que va más allá de ti. Y esto siempre lo he llevado muy bien. Por supuesto que ha sido un aprendizaje duro porque para poder amar tienes que liberarte del concepto de amor que te han vendido, lo cual es muy complicado; pero si sientes haberlo conseguido y vives en armonía con tu concepto de amor, de repente se convierte en una herramienta a tu favor. Que además es brutal. Porque no significa que no te vayan a hacer daño, sino que tu capacidad de resiliencia funciona de una forma automática. ¡Y no lo vayas a asociar solo con los hombres! Porque una también sabe y se dice “el tipo está bastante mal de la cabeza, ¡¿qué hago yo aquí?! Con tal de que tengas la capacidad de reconocer tu responsabilidad y eliminar la culpa de tu diccionario, basta con la aceptación de esa mala decisión y ya está, no pasa nada. No vas a culpar al gilipollas por serlo. La tonta eres tú por salir con un gilipollas. Analiza tu propia película y deja a los demás en paz. Deja de buscar culpables. Lo digo con todo el respeto: no hay nada más peligroso en este mundo que una víctima.
¿Cree en la fidelidad?
Yo solo he sido fiel a mi verdadero jefe, que es el público. Nunca fui fiel ni a las compañías ni a los mánagers. Siempre al público.
Tratándose del feminismo, ha reconocido que no es persona de extremos. ¿Cómo ve la lucha de las mujeres por sus derechos en un mundo patriarcal?
Esa ha sido una lucha muy larga. Y es una pena que haya tenido que ser una lucha y que siga siéndolo al día de hoy. Hablamos del mismo hombre que manda cohetes a la Luna y eso me hace alucinar porque esas personalidades que son dueñas del esclavismo humano siguen comprando sectores de la sociedad, dirigiéndonos. Por eso creo que debemos pensar global y actuar local. Ver cómo está la situación en el mundo y actuar en ti, sobre tus hijos, en tu entorno. Siempre de cara hacia el amor total. A mí me quitaron todo, pero no me rendí. Y aquí sigo.
¿Hay alguna canción que le duela o le cueste cantar?
Si te paras en un escenario y asumes que el público fue a verte, debes ir al psicólogo porque no es así. Tú no eres más que un instrumento, un puente entre el público y la canción. Eres la batería y el bajo, la dinámica y las texturas vocales. El texto de una canción es sublime y te supera. Así que salir a cantar para que te vean llorando o asumiendo que tú eres el centro de todo me parece tremenda estupidez. Delante de ti hay algo mucho más grande y es el milagro de que muchas personas se unan por encima de sus diferencias para conectarse con lo que estás interpretando. Por esas diferencias se están matando en muchos países. Así que tu trabajo es hacer que esa gente lo pase bien, que al menos por un momento se olviden de sus problemas, inseguridades y autosaboteos.
¿Cree en Dios? ¿Cómo está su lado espiritual?
Creo en todas las religiones porque eso es creer en las personas que las profesan. Y yo por encima de todo tengo una fe inmensa en el ser humano. Creo en todo lo que nos inspire a crecer, a estar unidos, no me importa si es musulmán, africano, católico o protestante. Desde luego, condeno el lado oscuro y a quienes ensucian con las religiones, con sus acciones.
¿Qué relación tiene con Colombia?
Una relación de muchos años de amor. Yo llegué a Colombia por Fanny Mikey, para el Festival Internacional de Teatro, y sí que me he gozado esa tierra. Lo que más me ha impresionado de ese país es que los colombianos necesitan algo de cultura para gozar la fiesta. Eso me fascinó. Un buen concierto o una buena obra de teatro y después la fiesta. Maravilloso.